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- Juan Argüelles Cisneros
- 31 ene 2018
- 1 Min. de lectura
No me siento de algún lado
ni de aquí, ni de allá,
ni de los suburbios, ni de las plazas,
ni de los mercados o las casas (de mis amigos)
Qué hago
si este cuerpo que mi madre me adjudicó,
no se aproxima,
¿no hace el llamado que los ojos hacen a las almas?
Cómo despojarme
esta sensación
de obscuridad,
vacío y sombra.
Cómo recuperar la edad perdida,
la edad injustificable
hoy por hoy, ¿irredimible?
Escoger el más limpio espejo,
deshacerse de las fotos actuales,
volver al vientre materno
aunque sea por unos instantes,
leerse todas las fábulas infantiles
y omitir la poesía infame,
decidir entre la verdad y el hambre.
O mejor aún.
Comerse silenciosamente
toda la verdad.
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